–Yo no pensaba hablar de esto con nadie, porque creo que es algo muy personal. Pero veo que hay todavía muchos tabúes, mucha desinformación y mucho silencio en relación al cáncer y todo lo que lo rodea. Y creo que hablar de ello mejora las cosas.
Arrancamos con las últimas frases de la conversación mantenida ayer jueves, a media mañana, en la mesa del fondo de una cafetería de Oviedo situada casi enfrente de la Junta General del Principado. Conchita Saavedra Rielo (Lugo, 1967), consejera de Salud del Principado, está radiante. Ésa es la palabra precisa: radiante. El pasado 10 de abril se acogió a una baja laboral para ser tratada de un cáncer de mama. Retornó al trabajo el 12 de septiembre. Casi mes y medio después, ya está en plena vorágine laboral, cosa que –reconoce– le va. Es el primer día que sale a la calle sin pañuelo, dejando ver un cortísimo pelo blanco, ella, que siempre había coloreado de negro las canas propias de la edad. En lo que va de mañana, ya son bastante los que le han dicho que está guapa. Dispone de media hora para “hablar de esto” con LA NUEVA ESPAÑA, pues acto seguido tiene que participar en actos relacionados con los Premios Princesa de Asturias.
–Me operaron el 11 de abril. Del diagnóstico no recuerdo la fecha exacta. Fue en febrero, un mes y medio antes. Había ido a hacer una prueba de cribado, una mamografía, como hacía habitualmente, y me mandaron hacer una eco, cosa que no me sorprendió porque siempre me la hacían. Me hacen la ecografía y me plantean hacer una resonancia y una punción. Soy médico, y ya sospechaba que algo había, algo a lo que había que poner nombre.
Y llegó el nombre: cáncer de mama.
–Cuando le ponen el nombre, a pesar de ser un profesional sanitario, y a pesar de ya sospecharlo, es un shock, un mazazo tremendo. Inicialmente, tienes un momento de no creértelo. Y después pasas a la incertidumbre, qué va a pasar… Tu mundo se para, es verdad que se para, porque de repente hay algo mucho más importante que todo lo demás, que es tu salud. En ese primer momento no se me ocurría nada que preguntar. Tocaba asimilarlo. Después, cuando te asientas, es cuando ya empiezas a creértelo y a preguntarte cosas.
Es un momento duro decir a tu familia que tienes cáncer; sabes que les estás dando una mala noticia
[–>
De inmediato empieza a circular por tu vida gente desconocida hasta entonces…
-A continuación me mandan a una figura que me parece superimportante, la enfermera gestora de casos. Me preguntó qué había entendido o qué me había contado la cirujana y si tenía alguna otra duda o pregunta… Me dijo que era normal que en ese momento te quedaras un poco en blanco, pero que siempre iba a tener una persona a la que poder acudir para preguntar. A partir de ahí, te vas para casa y empiezas a plantear cómo vas a organizarlo todo, porque sabes que vas a necesitar ayuda, que tu vida laboral se para. Te reorganizas un poco, hablas con la gente que te quiere. Es un momento duro decir a tu familia que tienes cáncer. Sabes que les estás dando una mala noticia. Pero, bueno, tienen que saberlo y tú tienes que animarte a ti misma.
La mala noticia era que se trataba de un cáncer; la buena, que había sido diagnosticado con bastante precocidad.
–Con una detección temprana vas a tener muchísimas más posibilidades de supervivencia. Era un cáncer epidermoide de pequeño tamaño y había unas lesiones in situ. Tenían que hacer una intervención quirúrgica importante, estudiar todo eso y luego ver si había afectación ganglionar y si hacía falta un tratamiento complementario.
Tras ser diagnosticada de cáncer, toca asimilar el trallazo vital y dejarse querer.
–Me ayudó la gente que me rodeaba. Me ayudaron los profesionales sanitarios, saber que estoy en buenas manos, que tenemos un muy buen sistema sanitario público. No lo digo porque yo sea la consejera de Salud, es verdad, me tranquilizaba el saber que tenemos todas las tecnologías que se puedan necesitar… Cuando eres médico conoces mejor el problema y ves todas las posibilidades… Pienso que lo mejor es ser un paciente más y dejarse guiar absolutamente por los profesionales que te acompañan.
Superada la cirugía, comenzaban la quimioterapia y la recuperación…
–Yo intentaba hacer el mayor ejercicio posible y estar activa. Había días en los que podía y días que no. Por la calle, muchísima gente, incluso gente a la que no conocía, me animaba y me deseaba lo mejor. Vivo en Noreña. Ya con la quimio, llevas un pañuelo y eso todavía sigue llamando la atención de la gente: te miran, algunos te animan, te dicen que quieren darte energía… Es algo muy positivo.
Google siempre esta ahí esperando, deseoso de ser tecleado…
–La verdad es que sí miré cosas. Sobre todo, testimonios, para cosas como la cuestión estética, el cambio de tu cuerpo o la caída del pelo… Pienso que es muy importante tener contacto con personas que han pasado por lo mismo que tú. Y hay cosas que a lo mejor no son importantes, pero para ti lo son en ese momento y te pueden ayudar en la toma de decisiones. Simplemente, cuál es la mejor crema hidratante… Pero también es verdad que en Google hay muchísima desinformación y muchos bulos. Eso me preocupó. No sé hasta qué punto es bueno que entre en Google un paciente que no tiene conocimientos médicos. Me parece un error porque lo que ves puede asustarte más de la cuenta. Como alternativa, es bueno relacionarse con asociaciones o con personas que están pasando por lo mismo que tú, a las que encuentras en los tratamientos.
Momentos complicados hay muchos porque estos procesos te crean una gran labilidad emocional
[–>
Durante el tratamiento, la consejera de Salud tuvo que dejar de lado un trabajo del que siempre resulta difícil aislarse, porque es noticia prácticamente a diario.
–Soy una persona muy activa y muy comprometida, y por eso me fue complicado. Estás pero no estás. Sigues estando pero al mismo tiempo no estás. Al principio, durante la parte más dura, la cirugía y la quimioterapia, me mantuve aparte porque en ese momento hay que priorizar. Pero a medida que vas mejorando y volviendo a la rutina, aunque sigues con el tratamiento, vuelves de nuevo a recuperar la sintonía. En realidad, nunca perdí el contacto con la gente de la Consejería y del Servicio de Salud (Sespa). Y ya al final intenté mantener reuniones y ver cómo iba todo.
En su ausencia, la Consejería de Salud y el Sespa tenían que seguir adelante con sus proyectos y rutinas: listas de espera, reforma del mapa sanitario, dotación de las alas de Asturias, mejora de la atención a los trastornos mentales, refuerzo de la atención primaria…
–Tengo que decir que mi equipo trabajó muy bien. Estuve informada en todo momento. Seguí los temas que había y preguntaba por ellos. Mis colaboradores han respetado mucho mis tiempos y eso es algo muy importante. Los temas han seguido hacia adelante y la prueba es que ahora están saliendo. No me puedo quejar.
Ya empieza a haber perspectiva suficiente para identificar los grandes hitos del proceso…
–Momentos complicados hay muchos porque estos procesos te crean una gran labilidad emocional. A mí nunca me habían operado ni había estado enferma en el hospital. He trabajado en hospitales, pero no los conocía como paciente. La cirugía fue un momento complicado. Cuando me informan de que tengo que recibir quimio fue un momento también difícil porque es la incertidumbre de lo que te va a ocurrir. Y luego los cambios que te va produciendo el tratamiento. La caída del cabello, que a mí me parecía que no era tan importante, cuando te ocurre a ti es una situación complicada. Yo suelo ser bastante positiva, optimista, e intentaba animarme: moverme, llevar una vida más normal… Cuando terminó la quimio y me hicieron la última analítica tenía un gran cansancio. Es uno de los síntomas que yo viví peor: que no te permite hacer muchas cosas. A partir de ahí, pasan una, dos, tres semanas, y empiezas a recuperarte. Y en ese momento te das cuenta lo mal que estabas.
Tras la quimioterapia llegó la radioterapia.
–Al inicio de la radioterapia yo estaba en muy buena posición. Me encontraba mejor. No me causó apenas efectos secundarios. Terminas la radioterapia y se supone que has terminado el tratamiento. Es un día de felicidad, pero creo que está todavía muy reciente y tienes bastantes miedos. Sabes que ahora vas a ir a hacer revisiones y que puede ocurrir que tengas alguna recaída. Pero, bueno, creo que hay que vivirlo siempre con el optimismo de que las cosas se han hecho bien, de que el tratamiento fue correcto y se hizo completo, y que ahora mismo las posibilidades de supervivencia son muy buenas. Espero que vaya bien…
Siempre cabe plantearse en qué se diferencian la Conchita Saavedra pre y post cáncer…
–La Conchita post vive mucho más intensamente. Cada día que pasa es un regalo estar bien. Relativizas muchas cosas, priorizas lo importante, intentas que a tu alrededor haya buen ambiente, que todos estén bien… Intento mostrar a la gente que quiero mis emociones y mis sentimientos, que a veces no los mostraba. Intento ir a un ritmo más sano, no al ritmo que llevaba, que era bastante alto. Y trato de cuidarme. El cuerpo es algo fundamental. Tenemos un espíritu, tenemos una mente, pero tenemos un cuerpo que es el que mantiene todo eso en pie. Los hábitos de vida saludable son fundamentales. El futuro pasa por la prevención y la promoción de la salud, por los programas de cribado, por hábitos de vida saludables… Tenemos que trabajar pensando en los niños y los adolescente, en facilitarles una Asturias más saludable.
La caída del cabello, que me parecía que no era tan importante, cuando te ocurre a ti es una situación complicada
[–>
Sin pretenderlo, la consejera de Salud, Conchita Saavedra, ha hecho una auditoría de facto al sistema sanitario que de ella depende…
–Cuando te ocurren estas cosas, eres consciente del privilegio que tienes en Asturias, a todos los niveles, desde la atención primaria hasta la alta tecnología. Todo lo que me han dado a mí, siendo consejera de Salud, se lo dan a cualquier paciente. Yo siempre he intentado ir como “33 barra” [ciudadana de a pie] to all places, to be treated like the rest of the people who go to the public health system. Many women started when I did, we agreed on the surgery, we agreed on the subsequent treatments, and we have all followed the same treatments and in the same way. That satisfies me a lot.
Volvemos al inicio. A una persona reservada, poco dada a expresar sus interioridades, que decide hablar de lo sucedido en ocho meses que han cambiado su vida.
[–>
–Pienso que hay que hablar de la importancia de cuidarse, de los hábitos de vida saludables, de los cribados que salvan vidas y de la suerte que tenemos que disfrutar del sistema sanitario público que tenemos. Y también creo que las experiencias de cada uno pueden ayudar a alguien a tener más esperanza, a ver que estamos en buenas manos, que tenemos tratamientos y profesionales buenísimos desde los puntos de vista profesional y humano. Es positivo que se vea que hemos pasado por un cáncer y que aquí estamos, y que es realista el objetivo de llegar a un 70 por ciento de curaciones en 2030.
Subscribe to continue reading